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Comunicación intercultural en el trabajo transnacional

¿Qué es la cultura?

Recientemente se utilizan cada vez con más frecuencia las palabras “cultura” y “comunicación intercultural”. De alguna manera todos parecemos saber lo que significa “cultura” cuando conocemos a personas de otros países, naciones o grupos étnicos. Además, viajar a otros países y conectar con personas de otros países a través de las redes sociales parece haberse convertido en algo normal para todos nosotros, lo que hace que la “comunicación intercultural” parezca fácil.

Pero si alguien te pidiera que definieras el concepto de “cultura”, ¿podrías dar una definición precisa? ¿Podrías decir qué elementos pueden ser relevantes en un encuentro intercultural?

Hay muchas definiciones de cultura; ya en 1952 Kroeber y Kluckhohn contaban con más de 150 definiciones del término “cultura” (Kroeber & Kluckhohn, 1952, p. 291). Aquí recogemos algunas de las más populares. La cultura es…

  • …la parte del entorno creada por los humanos (Harry Triandis, 2002)
  • …una programación mental colectiva (Geert Hofstede, 2009),
  • …la manera en la que un grupo de personas resuelve problemas (Fons Trompenaars, 1997)

Una definición muy aceptada hoy en día entiende la cultura como un “sistema de orientación” (Thomas, 2010, pág. 19), que “nos permite encontrar significado en las cosas, personas y objetos que nos rodean, así como en los procesos complejos y las consecuencias de nuestro comportamiento” (Thomas, 2010, pág. 20). Este sistema de orientación es típico de una nación, sociedad, organización o grupo específico. El sistema define e influye nuestra percepción, nuestro pensamiento, nuestros valores y acciones. Este sistema se basa en símbolos específicos (lenguaje, gestos, código de vestimenta, saludos, etc.) y se transmite de generación en generación, lo que crea un sentido de identidad de grupo y da sentido a lo que vemos, percibimos y hacemos. El sistema de orientación nos proporciona motivadores de comportamiento y oportunidades, pero también establece “condiciones y límites” a nuestro comportamiento (Thomas, 2010, pág. 19).

Podríamos decir que este sistema de orientación es nuestro propio GPS que nos ayuda a encontrar intuitivamente el camino que debemos tomar. Para ti como voluntario o miembro de una organización de voluntariado tener en cuenta que la cultura como sistema de orientación a menudo funciona de manera no consciente puede ser útil. A menudo no somos conscientes de que la cultura nos guía en nuestras percepciones y juicios. De hecho, no podemos evitar percibir el mundo que nos rodea a través de nuestras propias “gafas culturales”, es decir, desde nuestra propia perspectiva. Especialmente cuando se trabaja a nivel internacional es importante desarrollar la conciencia y la sensibilidad cultural para evitar caer en los obstáculos que son los prejuicios, los estereotipos y las suposiciones.

Párate un momento a pensar: imagina lo que pasaría si pensaras que la gente del sur de Europa es habladora, no cumple con sus promesas, pero son amables. ¿Serían suficientes estos atributos para que quisieras desarrollar un proyecto internacional con ellos? Puede que no.

Comprender una cultura y sus elementos principales es un primer paso para desarrollar la conciencia y sensibilidad cultural. El concepto de cultura como sistema de orientación todavía recuerda la idea desarrollada en el siglo XVIII (también gracias a la obra de Johann Gottfried Herder [1744 – 1803] Ideas on the Philosophy of the History of Mankind) que postula que las culturas son entidades definidas y homogéneas, cada una con una identidad étnica común (Löchte, 2005, pág. 29 y sig.; Straub et al., 2007, pág. 13). Para Herder, las culturas se limitaban a un territorio determinado y no se tenía en cuenta el contacto cultural; sin embargo, hoy en día la idea de vincular una nación a una cultura parece poco realista (Welsch, 1999, pág. 195).

De hecho, para voluntarios y organizaciones de voluntariado que quieren internacionalizarse, hablar de culturas homogéneas podría parecer un anacronismo (véase también Welsch, 1999, p. 195), especialmente en un mundo tan globalizado como el nuestro. En los últimos años ha habido una tendencia a percibir la “cultura” como algo cambiante e interrelacionado y como algo que no se puede distinguir claramente de otra cosa. Por eso algunos investigadores piensan que una de las características de las sociedades modernas es una fuerte orientación hacia los procesos y los contactos (Bolten, 2013, p. 5). La “cultura” en este sentido se ha convertido en una red de relaciones recíprocas entre personas. Las personas son miembros de más de un grupo, es decir, las personas participan en más de un grupo cultural. Por ello, trasladan constantemente elementos diferentes de otros grupos culturales a cada nuevo grupo con el que están en contacto. El resultado de este proceso es una estructura siempre cambiante y heterogénea que podemos observar en las sociedades modernas. Es difícil decir qué es parte de nuestra propia cultura y qué no. Por eso algunos dicen que las culturas son “difusas” (Bolten, 2013, p. 6s.).